4 de mayo de 2012

La Camiseta


La Camiseta

Pasó bastante rato decidiendo que camiseta comprarle, odiaba esas que hacían publicidad gratuita y las que imitaban a las grandes marcas, nunca le gustaron las burdas imitaciones. De pronto la vio, de algodón bueno, de esos gorditos que no se queda hecha una piltrafa al primer lavado, negra, intensamente negra, de esos negros profundos que no se quedan parduscos al primer lavado y con una sola palabra inscrita delante a la altura del pecho. Duff. ¿Duff?, anda pero si eso es la cerveza de Los Simpson… ¡Mía!. Póngamela por favor, ¿cuánto le debo?.

Llegó a casa contenta, orgullosa de su compra, de su hallazgo. Tantos días buscando una camiseta y había dado con la perfecta. Se la dio contenta, con esa sensación de satisfacción exultante que se tiene cuando has conseguido algo que te gusta para quien te gusta...Es para ti le dijo y esperó expectante para ver la cara que ella imaginaba que se le pondría al ver la camiseta, pero no, no fue así, simplemente la vio, la miró y dijo un áspero gracias, o al menos a ella le sonó áspero porque no demostró ni el más mínimo entusiasmo por esa camiseta que ella había buscado y buscado hasta encontrarla. Simplemente dijo gracias, la dejó por encima de una silla y ni se la probó…

Por la tarde decidieron dar una vuelta y ella le dijo ponte la camiseta ¿no?. Ya me la pondré otro día contestó él, ya llevo otra. Ella insistió, póntela, póntela… Y él con desgana se la puso, no hizo ningún comentario sobre la talla o el aspecto que tenía con ella puesta, simplemente se la puso y dijo ¿vamos?, y se fueron…

A las dos de la mañana, después de un día intenso se suele tener sueño, se suele estar cansado y con ganas de pillar la cama, se suele, porque ella no podía dormir, tal vez será la luna, la inmensa luna llena pensó... Y se quedó leyendo en el salón y así pasaron horas, puede que dos, ella leía y él dormía en la habitación, en el lecho, en los aposentos como dirían antiguamente. Sí, él hacía ya casi dos horas que se había retirado a sus aposentos, a esos aposentos compartidos…

Cuando la fatiga y el sueño empezaron a vencerle los parpados, se fue a la cama, al lecho, a esos aposentos, junto a él…

Y al verle se quedó horrorizada, ¡estaba durmiendo con la camiseta nueva!, no podía dar crédito a lo que estaba viendo, ¡la camiseta nueva!, esa camiseta que ella había buscado y buscado infatigable durante varios días…

Llegados a este punto de la historia hay que reconocer que despertar a alguien de su profundo sueño es una putada, puede que hasta sea una putada imperdonable, pero también hay que reconocer que dormir con una camiseta nueva regalada es un desprecio hacia quien te la ha regalado y claro ella se puso furiosa, muy, muy furiosa…

¡Despiértate!, llevas la camiseta nueva, le dijo indignada, quítatela, ponte esta vieja para dormir anda… Y le lanzó una a la cara con rabia.

Él se despertó muy cabreado, de muy mala leche y negándose a quitarse la puta camiseta. Ella insistió, quítatela por dios, quítatela, es nueva, yo te la he regalado...

Y se la quitó... Con furia, con agresividad, lanzándola con ira al suelo, se puso la vieja y volvió a dormirse. Ella guardó silencio, le observó y sintió una decepción difícil de explicar, tan solo se dio cuenta que ya no quería buscar otra camiseta para él, que ya no quería compartir con él la cama, el lecho, los aposentos, pero ahora era muy tarde y el sueño le estaba venciendo, no era cuestión de ponerse a discutir sobre el futuro de sus camisetas…

Ya se lo diría mañana...

Blondie

Creative Commons License
Esta obra está bajo una licencia de Creative Commons.